Parece increíble pero ya han pasado cinco años desde que emprendí este camino con Obra Nueva en Málaga. Fue en noviembre de 2019 cuando Juan Manuel Gómez apareció por el estudio para hablar conmigo. Nuestros caminos se habían cruzado en LinkedIn. Por aquel entonces, solía ser bastante más activo en la plataforma, opinando sobre la actualidad inmobiliaria de la ciudad y compartiendo noticias relacionadas con la arquitectura. Todo ello, por supuesto, con la complicidad del algoritmo, que me favorecía como uno de sus alumnos aventajados. Aunque hoy en día mi participación es más selectiva y esporádica, parece que mi perfil sigue manteniendo el aprobado alto que conseguí en aquellos años.
Juan Manuel acababa de lanzar Obra Nueva en Málaga y, al ver mi actividad en LinkedIn, tuvo la idea de ofrecerme una columna mensual en su revista. Reconozco que no me lo pensé demasiado; dije que sí al instante. Siempre he pensado que cuando alguien te da la oportunidad de ampliar tus habilidades, no hay que rechazarla, aunque sea en terreno desconocido. Pero ese entusiasmo inicial pronto dio paso a las dudas: ¿Cómo se me ocurrió aceptar esta aventura cuando mi experiencia escribiendo en español era prácticamente nula? ¿Cómo elegir los temas? ¿Quién me leería? ¿Cuántos lectores habría? Me enfrentaba al vértigo del novato, pero decidí cerrar los ojos y dar el salto. Jamás habría imaginado que, cinco años después, seguiría escribiendo.
Un largo camino que estuvo marcado por acontecimientos que pocos habríamos anticipado:
- Una histórica pandemia, que trajo consigo un surrealista confinamiento y lecciones de vida que parecen haberse desvanecido con el tiempo.
- El Brexit, un cálculo político que prometía grandes ventajas para algunos y terminó por perjudicarnos a todos.
- El inicio de una guerra en suelo europeo, que está durando más de lo esperado y que nos recuerda que ciertas tragedias de la humanidad parecen inevitables por desgracia.
- Y, en 2022, la irrupción de la inteligencia artificial con herramientas como ChatGPT, abriendo un abanico de posibilidades, pero también sembrando comprensibles desconfianzas que iremos descubriendo con el tiempo.
Mientras tanto, en nuestro sector, la crisis de la vivienda ha ido en aumento. Este problema, inexistente en 2020, domina ahora las conversaciones entre políticos, profesionales, medios de comunicación y gurús de todo tipo. Confieso que he dejado de leer tantas opiniones redundantes: tal vez por frustración, saturación y una pizca de pereza. Lo que me ha quedado claro es nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo y cambiar el rumbo de un sector enredado en la burocracia y condicionado por su extraordinaria inercia.
En este contexto, escribir para Obra Nueva en Málaga fue un refugio que desveló una necesidad. Vivimos en un mundo que premia lo inmediato y saborea lo efímero, pero detenerme a reflexionar, ordenar mis ideas y tratar de plasmarlas por escrito se ha convertido en un ejercicio adictivo. Una necesaria rutina que se ha autoimpuesto y que soy incapaz de dejar de hacer. La escritura me ha regalado una libertad creativa y una sencillez que la arquitectura, con todas sus complejidades, no me permite.
Además, escribir me ha ayudado a superar, al menos un poco, el pudor que siento al hablar de mí mismo. No es algo que se me dé naturalmente bien, y que, para ser sincero, me ha costado (y sigue costándome) algún que otro desencuentro. Qué le vamos a hacer, parece que para ello necesito intuir cierta confianza mutua, un condicionante que mágicamente se desvanece cuando escribo.
Entre las 60 publicaciones que he escrito, hay una que ocupa un lugar especial en mi corazón: «Carta a Málaga«. Es mi texto más personal, una carta abierta a la ciudad que me acogió, donde también menciono mis raíces ginebrinas. Dos ciudades, dos idiomas, dos maneras de entender la vida que, para bien o para mal, han moldeado mi personalidad. Escribirla fue algo que cinco años atrás me habría parecido imposible. Hoy, en cambio, siento que mi español se ha enriquecido y mis inseguridades iniciales se han ido diluyendo.
La escritura me ha enseñado a conocerme mejor. Seguro que os habréis dado cuenta de que mis publicaciones no son técnicas ni se centran en análisis exhaustivos de la realidad inmobiliaria de nuestra ciudad, para eso hay profesionales mucho más cualificados que yo. Lo que intento transmitir es la perspectiva de un arquitecto que ha descubierto que disfruta opinando sobre la ciudad y la vivienda, envolviendo sus reflexiones en relatos que mezclan realidad y ficción.
A lo largo de este tiempo, también me he atrevido a incorporar vivencias propias, ya sea en primera persona o escondiéndome detrás de Clara, mi heroína arquitectónica. Ella nació espontáneamente en «Clara, una arquitecta enamorada de su ciudad«, y, desde entonces, aparece de vez en cuando para protagonizar nuevas historias. Sin duda, «La arquitectura y la vuelta de vacaciones« es una de mis favoritas.
No puedo cerrar esta reflexión sin mencionar a quienes han sido parte esencial de este viaje: vosotros, los lectores. Cada comentario, mensaje o simple «me gusta» ha significado mucho más de lo que podríais imaginar. Saber que mis palabras despiertan interés, invitan a la reflexión o incluso provocan algún debate sigue siendo una de las mayores sorpresas y gratificaciones de este camino que recorro mes a mes.
Una vez publicados, los textos toman vida propia, siguen un rumbo que ya no controlo. Y, sin embargo, por arte de magia, siempre hay alguien al otro lado dispuesto a leerlos, a darles sentido y a enriquecerlos con su mirada. Porque al final, de eso se trata: compartir ideas, emociones y pensamientos, con la esperanza de que encuentren un eco, aunque sea pequeño, en alguien más.
Hoy celebro con alegría estas 60 publicaciones. A pesar de evidentes disparidades en cuanto a calidad o profundidad, he disfrutado escribiéndolas todas. Y aquí estoy, listo para seguir. Esta es solo la primera de las próximas 60 publicaciones en Obra Nueva en Málaga… con permiso de Juan Manuel. ¿Qué vendrá? No lo sé, pero probablemente lo escribiré. Espero volver a celebrar con vosotros, y algún lector más, la continuación de este viaje en 2030.
Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga.
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