Los primeros recuerdos de Clara en su barrio malagueño remontan a su infancia más temprana. Ella es vagamente consciente de haber sido una de aquellas niñas titubeantes de la guardería Chiquitín, situada en la avenida Louis Pasteur, pero su memoria conserva con mucha más claridad un percance ocurrido en infantil. Parece que fue ayer: es la hora del recreo y la seño Natalia acaba de abrir la puerta, señal inequívoca para salir corriendo al patio del CEIP Almudena Grandes. Todo ocurre muy rápido. Clara está a punto de pasar la puerta junto a sus amigas María e Isabel, cuando de pronto aparece Pablito y le pega un empujón para ser el primero en elegir equipo en el partido de fútbol del día. El resto de la historia lo sigue llevando en su frente debajo de su flequillo. Una caída de cabeza contra la puerta que acaba con una brecha y 3 puntos, obra de la enfermera de turno aquel día en el Centro de Salud de Teatinos.
Según le cuentan sus padres, este barrio que le ha visto crecer empezó a tomar forma poco antes del año 2.000 sobre unos terrenos que solía ocupar la Feria de Málaga antes de mudarse al Cortijo de Torres, 9 días de fiesta que Clara nunca se pierde. La pareja recién casada pudo embarcarse en la compra de un piso sin demasiadas dificultades. Él, cocinero de un hotel de la costa y ella, dependienta en unos grandes almacenes del centro, pudieron permitirse aquel piso de 3 dormitorios que promovía la inmobiliaria Echeverría y diseñó el estudio de arquitectura Asenjo y Asociados. El edificio formaría parte de un conjunto residencial llamado Corona de Teatinos, hoy en día perfectamente reconocible por el característico ladrillo visto blanco que solía utilizar aquella promotora. Desde entonces, el barrio vecino de la UMA, no ha parado de crecer llenándose de familias jóvenes, de negocios, servicios, equipamientos públicos y mejorando notablemente su conexión con el centro desde la inauguración del Metro y la estación Ciudad de la Justica.
La vida de Clara transcurrió aquí. Su piso familiar, amplio, en una urbanización con jardines comunitarios y piscina, reflejaba el desarrollo de aquellos años y la expansión de Teatinos, un barrio conocido por su tranquilidad y su ambiente estudiantil.
No le tuvo rencor a Pablito, quien le acompaño, al igual que María e Isabel, durante todo su recorrido escolar por las aulas de Teatinos. Con aquella cicatriz muy reciente entró en primaria. Tiempos en los cuales sus padres se organizaban como podían para llevarla y recogerla. Eran momentos que le encantaban pero que se volvieron previsiblemente incompatibles con su estatus de estudiante de la ESO en cuanto entró en el IES Teatinos. Era una cuestión de “reputación” social: no la podían ver con sus padres, y menos cuando su grupito había planeado pasarse después de clase por el quiosco de Loli que hace esquina con la avenida Gregorio Prieto para ir después a echar un rato en el Parque del Cine.
Las noches de los sábados a menudo incluían reuniones en casa de algún amigo, maratones de películas o series del momento en Netflix, y ocasionales salidas al centro de Málaga para disfrutar de la vida nocturna de la ciudad. Disfrutaba simplemente tomándose unas copas con la pandilla y paseándose por las calles peatonales del centro que sus padres conocieron llenas de coches. Algunas tardes se atrevía a prolongar la excursión hasta aventurarse por el Palmeral de las Sorpresas y seguir hacia el Muelle Uno para disfrutar de la vista panorámica de su ciudad: La Equitativa, la Catedral, la Alcazaba y el Parque siempre presentes, posado con su mejor perfil, esperando que algún turista los enfoque. Casi sin darse cuenta, Clara solía llegar a la Farola con pocas ganas de volver andando hasta la Alameda. La mayoría de las veces se resignaba a esperar el autobús 14 a las espaldas del Club Mediterráneo. Un regreso más pausado que la ida en Metro, a cambio de poder disfrutar de un travelling de Málaga sentada en la primera fila de la EMT.
En su mente siempre estuvo la idea de seguir viviendo en esta ciudad una vez sus estudios de enfermería hubiesen acabado. Un hito que tenía señalado como inicio de una nueva etapa en su vida: adentrarse en el mundo laboral e independizarse de su hogar familiar, ya sea en Teatinos o en otro barrio de su ciudad. Era un tema de conversación recurrente en la pandilla. Cada uno tenía sus planes. María estudiaba medicina y estaba a punto de hacer el MIR, su sueño era trabajar en el Materno. Isabel hizo ingeniería y estaba muy involucrada en una prometedora startup montada con varios compañeros de carrera. En cuanto a Pablito, lo tuvo claro desde hace varios años: se sacó su Bachillerato Internacional para seguidamente coger su mochila e irse a la Universidad de Ginebra a estudiar Relaciones Internacionales.
Los años han pasado, estamos en 2024. Pablito ha alcanzado sus sueños, María e Isabel cambiaron de rumbo sobre la marcha por circunstancias de la vida. Clara es la única que sigue viviendo en la ciudad, pero por poco tiempo. Está resignada y cansada de buscar su independencia a base de compartir vivienda y postular a cualquier alquiler como si se tratase de un casting en algún teatro de Broadway para un musical que bien podría titularse “Las siete capitales españolas con los precios de la vivienda en venta y alquiler en máximos”, “Economía reconoce que el problema de la vivienda no se solucionará a corto plazo«, o “Málaga necesita 3.400 viviendas asequibles nuevas al año para destensar el mercado”.
Todo el mundo habla de ello: se escuchan, se ven, se leen continuamente, y cada vez más, opiniones y análisis sobre el problema del acceso a la vivienda en Málaga y que afecta a la mayoría de las grandes ciudades. Ella sabe que estamos peor que el año pasado y que aún no hemos tocado techo. Mientras, el tiempo no se detiene, sigue adelante a su vez que crece su incertidumbre y ansiedad. Le duele asimilarlo, está en ello: se siente expulsada de la ciudad que la ha visto crecer. Ha llegado el temido momento, y tantas veces aplazado, de la separación, alejarse geográficamente de una zona en la que no se puede permitir vivir: cambiar el municipio en la ventanita de búsqueda de los numerosos portales inmobiliarios que tiene en favoritos.
Clara no es más que una de las numerosas personas afectadas por esta situación. Están pagando la factura de una dejación de funciones múltiple en un sector con una extraordinaria inercia. En la “realidad verdadera” de Clara se necesitan soluciones a corto-medio plazo y si no las hay se buscan, aunque no sean las deseadas cómo en la que acaba de pichar con su ratón: vivienda de 3 dormitorios en Cártama…
[dfads params=’groups=-1‘]
Autor: José García Ruiz
Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga
Esperamos que os haya sido útil el artículo «Clara, una malagueña enamorada de su ciudad». Recuerda inscribirte en nuestra newsletter para estar informado de todas las novedades de Obra Nueva en Málaga y noticias relacionadas con el mundo inmobiliario. Quiero inscribirme ahora
Igualmente síguenos en Facebook e Instagram para tener información diaria sobre las Promociones en comercialización y noticias de interés.
