La mayoría de los malagueños, y de la gente que nos visita, es consciente de la falta de amplios parques dentro de la ciudad. No es necesario hacer referencia a los 10 m2 de zona verde por habitante que recomienda la OMS, para darse cuenta que la ciudad de Málaga carece de un amplio parque urbano, más allá del Parque de Huelin (65.000 m2), el Parque del Oeste (74.000 m2) o el Parque de Málaga (60.000 m2).
La calidad de vida que puede ofrecer una ciudad no solo se mide en términos de disponibilidad de servicios urbanos o existencia de infraestructuras eficientes, sino también valorando la importancia de los espacios libres, un indicador cada vez más tenido en cuenta dado su papel en la reducción de la “isla de calor” y “producción de oxígeno”, temas muy de actualidad.
Todas las grandes ciudades tienen un gran parque, una burbuja donde pasearse, perderse, relajarse y poder practicar algún deporte, “aislado” del próximo entorno urbano. Los ejemplos son numerosos y algunos cercanos. Málaga debe aspirar a ello.
En este sentido hay una actuación urbanística que está centrando mucho interés ciudadano, así como cierta polémica desde hace muchos años: los antiguos terrenos de Repsol, situados en la zona oeste, con una extensión de más de 177.000 m2 (Sector SUN-O-LO.17 “REPSOL”).
Dichos terrenos fueron utilizados durante 35 años por la petrolera para alojar depósitos de hidrocarburo. El documento del PGOU de 1983 llegó a calificar la zona como “Parque Urbano y Jardín”.En 1991, la compañía firmó un convenio con el Ayuntamiento para iniciar el desmantelamiento de la planta que culminaría 10 años más tarde (año 2000) con la retirada definitiva de los tanques. En 2006 el Ayuntamiento recalificó los terrenos y alcanzaba un acuerdo con una promotora Comarex para el desarrollo de un gran complejo inmobiliario. La tramitación urbanística para aprobar el PGOU de 2011 y la llegada de la crisis frenó el proyecto que quedó en manos de Caixa Galicia, que finalmente entregó (a modo de pago) los terrenos y parte de los aprovechamientos al Ayuntamiento que los compartió con la SAREB, situación que se mantiene en la actualidad.
Hace uno días, el Ayuntamiento de Málaga presentó una última propuesta del proyecto (diseñado por HCP Arquitectos), que podría ser la definitiva: un parque de 65.000 m2, 15.000 m2 ajardinados, 134.000 m2 de techo para uso residencial (protegido y libre) y/o oficinas y uso comercial, el resto de la ordenación está dedicada a equipamientos públicos, aparcamiento subterráneo de 672 plazas (4 plantas, bajo la zona norte del parque Repsol) y áreas urbanizadas.
La última actualización del registro de bienes e inmuebles del Ayuntamiento (2017) tasaba en 101 millones de euros los suelos propiedad del consistorio en estos terrenos: suma de unas 40 fincas, entre las cuales siete para uso residencial (502 viviendas de renta libre y 400 viviendas de protección oficial), terciario (25.244 m2 de techo) y equipamientos públicos.
Cabe de esperar que el Ayuntamiento intentará sacar partido económico mediante la venta de dichos suelos a posibles inversores.
Para poder hacer realidad el proyecto presentado para el Parque Repsol, el Ayuntamiento necesitará el apoyo de Ciudadanos, su socio de gobierno. Veremos en las próximas semanas si la disminución significativa de la superficie del Parque, respecto a los 130.000 m2 pactados en junio 2019 en el marco del acuerdo de cogobierno que firmaron ambas formaciones políticas, supondrá algún escollo dentro del laberinto administrativo en el que está sumida esta parcela.
Sin duda, la plataforma Bosque Urbano Málaga, constituida en 2016 para apoyar la creación de un parque en la totalidad de los terrenos y que acaba de rechazar la reciente propuesta del Ayuntamiento, estará atenta a los próximos pasos de la tramitación del proyecto.
Este panorama da muestra de los numerosos intereses, económicos y medioambientales, que rodean el desarrollo de los antiguos terrenos de Repsol, situados en la zona residencial más densificada de la ciudad (entre las mayores de Europa y producto del fuerte crecimiento demográfico de Málaga a partir de 1960) y con un evidente déficit de áreas libres.
Al margen de las atractivas ganancias que dejan entrever la explotación de estos suelos para el consistorio, y teniendo en cuenta la situación medioambiental que estamos viviendo desde hace unos años, echo de menos una propuesta arriesgada (¿e innovadora?) que impulse el proyecto del parque Repsol y pueda dar respuesta a la creciente toma de consciencia general del papel fundamental de los parques urbanos en la calidad de vida de los ciudadanos. Muchas urbes están actuando en este sentido con diversas medidas, corrigiendo deficiencias, cada una según sus características y recursos económicos. Málaga tiene la oportunidad de ejecutar una actuación urbanística-paisajista de gran escala, que puede llegar a ser el catalizador de grandes cambios en la ciudad permitiéndole seguir escalando puestos, como lo ha ido haciendo estos últimos 20 años. Málaga se lo merece.
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Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga
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