El Palacio de los Condes de Buenavista es el más importante ejemplo de arquitectura señorial realizado tras la conquista de Málaga por los Reyes Católicos. Puede que se edificara sobre una construcción árabe utilizada como alhóndiga, (lugar donde se abastecía al pueblo de grano) y anteriormente como palacio levantado sobre restos de la antigua ciudad fenicia y romana, de la que podemos apreciar en el sótano del edificio parte de las murallas del siglo VI a. C.
El edificio musulmán fue entregado tras la conquista a Doña María de Mendoza, viuda de don Diego Fernández de Córdoba, II Conde de Cabra. Un año después, en 1488, pasó por permuta al comendador D. Gutiérrez de Cárdenas y, posteriormente, al Marqués de Cádiz. Más tarde, fue adquirido por Diego de Cazalla, pagador de los ejércitos y las armadas reales, quien lo erigió sobre el antiguo edificio musulmán a partir de los primeros años del siglo XVI. Desde el siglo XVII al XIX fue propiedad de los Condes de Mollina, siendo conocido como Palacio de los Condes de Buenavista
En el siglo XIX, el palacio perdió su original sentido de residencia familiar de los Condes de Buenavista para destinarse a casa de vecinos. Luego a un centro de enseñanza, una fábrica de muebles, taller de carpintería y centro hospitalario dependiente de la Cruz Roja desde 1938.
Paso a ser declarado Monumento Nacional en 1939, y cedido al Estado en 1946 por doña Isabel de Guillamas en calidad de arrendamiento siendo sede del Museo Provincial de Bellas Artes desde 1961 al 1997. En la actualidad alberga el Museo Picasso de Málaga, inaugurado por los Reyes Don Juan Carlos I y Doña Sofía el 27 de octubre de 2003.
Arquitectura del edificio
El estilo arquitectónico del edificio es mudéjar-renacentista. Consta de dos plantas y un semisótano. Se estructura en torno a un gran patio central de proporciones casi cuadradas, mientras que a la fachada se adosa una robusta torre-mirador. El edificio presenta una altura de dos plantas. La cubierta está constituido por tejas curvas formando paños a dos aguas. Su fachada principal está construida a base de sillares y presenta escasa ornamentación. La portada, descentrada con respecto del eje de simetría de la fachada, es de grandes dimensiones. Rematando el dintel encontramos un friso labrado en relieve con motivos vegetales y jarrones, muy del gusto renacentista. Sobre el friso se asienta una cornisa que es base del balcón que se abre en el piso superior, el cual está guarnecido por pilastras que arrancan desde su mediación en altura, a partir de unos tondos circulares decorados con cabezas en relieve. El balcón se remata con un doble entablamento.
La torre mirador es de planta cuadrada y está adosada al edificio. Se compone de tres cuerpos de proporciones casi cúbicas, coronándose por un cuarto de menor altura en el que se abren en dos de sus cuatro lados una doble arquería de arco rebajado con columna en el centro responsable de su función de mirador, mientras que en los otros dos lados la arquería es triple. Se cubre con teja curva y a cuatro aguas, usando para ello una armadura de par y nudillo del siglo XVI, sin lazo y con limas ochavadas moamares en los ángulos con almizate y faldón provisto de decoración apeinazada de lacería.
Fotos: Página web Museo Picasso de Málaga
El interior del Palacio de los Condes de Buenavista
El elemento interior más destacado es el patio, una de las piezas más bellas del edificio, con balaustrada en el piso superior y columnas del mármol, cuyos fustes lisos se apoyan sobre basas y se coronan con capiteles vegetales que soportan arcos escarzanos, más rebajados los del primer piso que los de la planta baja.
Antes de entrar al patio, en la estancia en la que se expenden las entradas para visitar el Museo, nos encontramos con un precioso artesonado de casetones procedentes del palacio valenciano de los duques de Mandas, posteriormente pasó a ser el Museo de Bellas Artes.
Siguiendo con el núcleo central del edificio, frente a la puerta de entrada al patio, sobresale detrás, en el fondo, un pequeño torreón que conserva parte de la primitiva cubierta árabe.
Patio central
Las cubiertas de las galerías del patio y de la demás dependencias contienen un espectacular artesonado mudéjar. Al igual que el artesonado del descansillo que da acceso a la primera planta, un artesonado octogonal que cubre el tramo cuadrado del techo correspondiente.
Tanto en las galerías del patio, como en las diversas salas de lo que hoy es el Museo Picasso se conservan cubiertas con una extensa colección de artesonados mudéjares que sobrevivieron al incendio que sufrió el edificio en el 2002 durante las obras de acondicionamiento del Museo.
De Bellas Artes a Museo Picasso
La reconversión del Palacio de los Condes de Buenavista al nuevo Museo Picasso fue un ambicioso proyecto. La ampliación comenzó por la adquisición de dos casas de la parte trasera del palacio. Ambos edificios, al estar separados, se optó por crear una cubierta de vidrio que haría de nexo donde también se situó la escalera.
La entrada se mantuvo en la misma puerta principal, aunque se modificó la posición de la escalera para conseguir un espacio de acogida más amplio, cambiándose la entrada directa al patio por una en recodo. Para poder controlar la luz, los lucernarios tienen dos capas de vidrio, con espacio entre ellas factible. Unos toldos cubren de una sola pieza el lucernario tamizando la luz. El suelo es de mármol crema marfil.
La necesidad de una segunda ampliación del Museo Picasso se hizo evidente cuando se descubrieron restos arqueológicos con todas las capas que han ido conformando la ciudad, más parte de la antigua muralla de la cuidad fenicia, Malaka. Para la circulación del público se proyectó un suelo de tablas soportada por una estructura metálica ligera en forma de pasarela que discurre entre los restos iluminados en semi penumbra y sin tocarlos.
Al proyecto se le añadieron una biblioteca y centro de documentación, un edificio para departamento de educación, un auditorio y un edificio de oficinas. Todo ello manteniendo la trama de calles estrechas y aprovechando un solar vacío en el que creció una higuera.
En la parte trasera que da a la calle Alcazabilla se reconfiguró un jardín ya existente, configurándose un espacio en el que se relaciona el museo con el Teatro Romano y la Alcazaba.
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