A pesar de los años que han transcurrido, Hugo lo recuerda como si hubiera pasado ayer mismo…después de varios meses buscándola, recorriendo media ciudad y navegando sin rumbo preciso por la Red a golpe de ratón, la habían encontrado. Sin duda todo aquello acabó dando sus frutos: visitas prometedoras que finalmente desilusionaban, ofertas que no encajaban, cuentas que no salían, citas canceladas u olvidadas, alguna que otra ocasión perdida e incluso una reserva anulada a última hora, después de haberlo sopesado largamente con su pareja. Ambos eran conscientes de haber tenido que renunciar a unos cuantos deseos, pero otros muchos se habían hecho realidad en esta vivienda en la que iban a compartir sus vidas.
Puede que suene mal, pero por mucho que insistas, aunque las redes sociales intenten vendernos todo lo contrario, pocos sueños se consiguen y los que se cumplen no lo suelen hacer del todo. Para ellos dos, fue toda una experiencia de realismo. Cómo se temían, por razones económicas tuvieron que conformarse con un piso más pequeño, sin la amplia cocina independiente que imaginaban. Pero aquella primera y efímera frustración no consiguió alterar la inmensa alegría de poder vivir en aquel barrio, no muy lejos de sus familias, con colegios cercanos y el centro de ciudad al alcance del metro. Era su vivienda perfecta, que no la soñada.
Todo aquello cabía en el reluciente dossier A3 entregado por la inmobiliaria…descripción del proyecto, infografías y distribución del piso impresos en papel fotográfico con dulce olor a nuevo.
En un principio les resultó difícil entender el plano de la vivienda e imaginarse cada una de las estancias, sus proporciones y dimensiones, para decidir el mobiliario. La visita virtual que tenía la promotora a su disposición, y que disfrutaron emocionados, no fue suficiente para evitar pasar las largas tardes de fin de semana midiendo el plano con la ayuda de un escalímetro comprado en la papelería de la esquina. Al cabo de varios intentos fallidos, envueltos en dudas que afortunadamente San Google aclaraba en el instante, consiguieron convertirse en virtuosos de la conversión de escalas y expertos en tipologías residenciales.
Momentos de alegría, sacrificio y de algún que otro vértigo financiero, compartidos para encontrar un lugar donde sentirse a gusto, uno de los pasos más importante que han dado en su vida. Acaban de cumplirse los 10 años de aquella mudanza realizada con un par de amigos. La familia acaba de ampliarse. Hoy, Hugo está convencido que su casa seguirá como hasta ahora, llenándose de notas alegres, otras tristes, compuestas por las vivencias de una pareja, a la que ahora se une su hijo.
No muy lejos, en este mismo barrio, tres calles más allá, vive Carla. Arquitecta experimentada, que aún recuerda con nostalgia los despreocupados tiempos de la facultad. El bullicio de las aulas, la tensión de los exámenes y el entusiasmo vertido en cada proyecto para, después de todo, alcanzar la meta del fin de carrera que no era otra que el inicio de un nuevo reto: la entrada en el mundo laboral.
Varios estudios y unas cuantas ciudades después, la inexperimentada arquitecta se ha convertido en una virtuosa de aquella innovadora metodología BIM que descubrió años atrás durante sus prácticas en EEUU. Su aventura americana le abrió la mente al iniciarse en el manejo de esta herramienta que le permite controlar todas las fases de diseño de las viviendas que proyecta, y minimizar las incidencias en obra, su obsesión. Fue su adiós al CAD que le acompañó fielmente durante toda su carrera. Desde entonces busca continuamente estar al día en las últimas tecnologías, la extracción de datos generados y su consiguiente aprovechamiento, sin olvidar la llamativa irrupción de la inteligencia artificial dando sus primeros pasos en el campo creativo, capacidad que ingenuamente ella consideraba reservada al ser humano.
Carla dedica sus días a resolver problemas con múltiples ramificaciones y personas implicadas. Ella siempre dice que se trata de elegir la solución menos mala, sabiendo pertinentemente que en algún momento del proceso alguien la pondrá en duda…tocará entonces justificarla y quizás modificarla a regañadientes. Absorbida por cada uno de sus proyectos residenciales, su rutina diaria se reparte entre el cumplimiento de las ordenanzas del PGOU, la implantación del edificio, el diseño de los accesos peatonales, la distribución de los sótanos, las tipologías de las viviendas de acuerdo con las tablas Excel de la promotora, la coordinación con la estructura y las instalaciones, la gestión de los suministros, sin olvidar aquel detalle singular del encuentro de la pérgola con la fachada ventilada cuya ejecución habrá que vigilar en obra…
Le fascina, a la vez que teme, aquella fase en la que el edificio, imaginado a partir de un folio en blanco y gestado delante de los tres monitores de su puesto de trabajo, se hace realidad. Lo quiere tener todo controlado, pero siempre ocurre algún imprevisto que hay que resolver sobre la marcha. Subidas de adrenalina que afortunadamente su equipo le ayuda a solventar de la mejor de las maneras. Pocas cosas le alegran tanto como ver un proyecto terminado y poder visitar cada vivienda para comprobar los últimos repasos. Son momentos en los que recuerda, con una pizca de melancolía, pero mucho alivio, la firma del acta de replanteo y el inicio de la excavación. Se alegra al pensar que dentro de unas semanas se instalarán en el edificio los últimos “componentes”, lo más importantes, sin los cuales todo esto no tendría sentido: los propietarios que, paradójicamente, pocas veces llega a conocer personalmente.
Hugo es uno de ellos. Él sabe de su existencia y ella es consciente que, dado el número de plurifamiliares que ha proyectado en estos últimos 10 años, a menudo comparte con anónimos clientes su vagón del metro, camino al estudio. Carla está convencida de que más pronto que tarde, la tecnología le permitirá conectar directamente con el futuro propietario de aquella vivienda de esquina en la planta tercera que está diseñando, conocer sus preferencias, aunque sea virtualmente, para proyectarle lo que está buscando.
Todo se resume en una multitud de líneas de vida, cada una con sus quiebros, sobresaltos y tramos en discontinuo, más o menos equidistantes que nunca llegan a cruzarse físicamente, pero que la arquitectura ha logrado conectar de alguna manera. Aquellos ficheros “.rvt” guardados en algún recóndito lugar de la nube, y repletos de datos, se han convertido, gracias a la participación de numerosas personas, empresas (y un poco de magia), en el hogar de muchos Hugo. Que tengamos siempre presente que, a pesar de la complejidad y los riesgos que implica llevar a cabo una promoción residencial, estamos diseñando lugares de vida. No lo olvidemos nunca, no deja de ser un acto bastante íntimo.
Quizás algún día el destino le regale a Carla y Hugo una serendipia, bajo la forma de un “encuentro arquitectónico” en la Línea 1 del metro de Málaga, quien sabe….
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Autor: José García Ruiz
Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga
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