En mi empeño en seguir aprendiendo, intentando lograr una perspectiva 360º de nuestro sector, me atrevo a adentrarme en un mundo de siglas que hace tan solo un par de años habría sido incapaz de descifrar, ni siquiera intuir. Si el título que acabas de leer no consiguió liberar ningún neurotransmisor hacia tu espacio sináptico, no te preocupes, aún estas a tiempo de asimilarlos, no te olvidarás de ellos (sobre todo del primero). Abreviaturas anglosajonas que llevamos escuchando en las conversaciones inmobiliarias desde hace algún tiempo, coincidiendo con el resurgir de nuestro sector después de la crisis financiera de 2008. Nuevos términos, para nuevas empresas en una sociedad cada vez más sensibilizada con el cambio climático, los derechos de los trabajadores y la transparencia.
Aunque siempre estamos hablando de viviendas como un bien de primera necesidad, con crecientes tensiones de mercado, no deja de ser a su vez un negocio empresarial. Llevamos casi 10 años con un sector residencial de obra nueva orbitando entorno a una constelación de fondos que son los que dirigen los flujos de capital. Lo queramos o no, estos instrumentos financieros son los que distribuyen el juego, tienen un poder de decisión con notable influencia sobre los resultados de otros jugadores del sector. Es nuestro interés y obligación entender tanto sus procedimientos como sus objetivos. Son nuestros principales clientes, saben el producto que quieren y buscan rentabilidad. Las empresas que no cumplan con sus requisitos se irán quedado en el banquillo, con escasas posibilidades de pisar el césped.
En estos dos últimos años todos hemos tomado consciencia de los retos a los cuales nos enfrentamos en tanto que sociedad, entendiendo que ha llegado el momento de tomar medidas concretas, o eso espero. El cumplimiento de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS), son los grandes desafíos de este siglo. La pandemia, el cambio climático y la actual crisis energética agudizando las desigualdades sociales, están actuando como catalizador, desencadenando una reacción reclamada por varios colectivos desde hace tiempo.
Dentro de este progresivo despertar global tenemos personas y empresas que van abriendo el camino. En el tema que nos ocupa cabe destacar el trabajo de Neinor Homes: la corporación acaba de ser reconocida como la promotora inmobiliaria con menor riesgo ESG del mundo. La evaluación ha sido llevada a cabo por Sustainalytics, una de las casas de análisis mejor valorada. Una compañía que proporciona a inversores datos analíticos, métricas, calificaciones y evaluaciones ESG (Environmental, Social and Governance); factores cada vez más determinantes en la decisiones de inversión y desinversión de los fondos. El capital busca información contrastada para poder tomar decisiones racionales, en sintonía con los tiempos actuales.
La creciente sensibilización de la sociedad se está trasladando al ámbito económico. La mayoría de los inversores están designando los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) como fundamentales a la hora de decidir dónde colocar su capital. Ser capaces de gestionar adecuadamente estos tres factores está dejando de ser una opción para imponerse como una obligación si queremos tener acceso a una financiación más asequible y darle valor a la empresa. Un necesario proceso transversal que requiere la implicación de todos los departamentos. Se trata de posicionarse en los primeros puestos de la tabla de elegibilidad. Las prácticas ESG afectan a todos los negocios: el sector de la obra nueva residencial, promotoras, constructoras, estudios de arquitectura deberán implementar criterios ESG en sus organizaciones y familiarizarse con ellos.
El factor ambiental (E) busca medir el impacto de nuestra actividad en el entorno, como el compromiso hacia el carbono cero neto a medio plazo. El ahorro energético, el uso de materiales más sostenibles y métodos constructivos más eficientes se generalizarán mientras que los requisitos normativos seguirán incrementando sus exigencias. Las certificaciones del tipo BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Method) o LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) serán determinantes en la evaluación de este factor
El factor social (S) trata de sensibilizarnos acerca de los beneficios que nuestra actividad puede aportar a la sociedad. Debemos ser capaces de crear un impacto positivo sin perder la aptitud de conseguir rendimientos económicos atractivos. El reto de la vivienda asequible, la salud y el bienestar que pueden aportar los edificios y sus instalaciones, son líneas de trabajo con gran valor añadido y con certificaciones acreditadas internacionalmente como WELL (International Well Building Standard).
El factor de gobierno corporativo (G) alude directamente a un activo intangible, pero uno de los más valiosos: la ética de la empresa, su diversidad, brecha salarial, integridad, política de transparencia, código de conducta, gestión de recursos humanos y procedimientos para prevención de corrupción. Unos indicadores que definen los valores y el ADN de una organización, determinantes para conseguir la confianza de los fondos.
Estas consideraciones ESG, que pueden variar según el perfil de los inversores, irán evolucionando con el tiempo, y estarán cada vez más monitorizadas e indexadas por las agencias de calificación para que los inversores puedan evaluar la empresas en las que decidirán invertir. El ranking de tu corporación, respaldado por estándares de calificación internacionales, revelará tu nivel de compromiso con estas buenas prácticas e influirá directamente en la capacidad de atraer capital, conseguir encargos de proyectos o poder colaborar con otras empresas relevantes.
Por todo ello, estoy convencido que los factores ESG son el nuevo KPI (Key Performance Indicator), un indicador clave del rendimiento que se está imponiendo, convirtiéndose en la “brújula” de referencia no solo para los fondos, sino también para todo el abanico empresarial que compone nuestro sector.
Después de la ola de la digitalización, en la que todavía seguimos inmersos con la vista puesta en la mejora de los procesos mediante el análisis de datos, toca ahora navegar teniendo en cuenta las “corrientes” ESG y saber aprovecharlas para que nos ayuden a alcanzar nuevas metas empresariales en un entorno tecnológico repleto de siglas: BIM, VR, AR, NFT, BTC, BLKCHN…
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Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga
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