El mes pasado, mientras redactaba mi anterior artículo “El Residencial Malagueño: sobresaliente en volumen, suspenso en innovación”, trataba de imaginar cual podría ser el camino a seguir para lograr situarnos al nivel en el que están inmersos otros sectores económicos: disruptivos procesos de transición tecnológica que posibilitan la generación de nuevas soluciones para dar respuesta a las nuevas exigencias que han ido surgiendo estos últimos años, ahora aceleradas por la crisis sanitaria y económica que estamos viviendo.
Lo cierto es que, últimamente, nuestro sector ha experimentado una espectacular evolución de sus herramientas de diseño. Hemos pasado, en poco tiempo, del CAD a la metodología BIM, aplicando cada vez más la realidad aumentada, la realidad virtual y descubriendo el formidable potencial del diseño generativo, un instrumento que modificará el trabajo analítico de los proyectos, permitiéndonos desarrollar y estudiar otros aspectos arquitectónicos antes despreciados por falta de tiempo.
Hoy en día, diseñamos con una tecnología no muy alejada de la utilizada por la industria aeronáutica o la automoción, pero, desgraciadamente, nuestros artesanales métodos productivos se han quedado anclados en el pasado: estamos a punto de proyectar utilizando Inteligencia Artificial, mientras seguimos “pegando ladrillos con mortero”. La eficiencia de la digitalización del diseño no llega a la obra.
Sin duda, la construcción industrializada (offsite) es el viaje a emprender para impulsar el sector de la edificación y hacer que arquitectos y constructores hablen el mismo idioma: la eficiencia productiva, concepto en el que la ingeniería tendrá un papel decisivo.
Con la construcción offsite conseguimos desvincular la producción del edificio de su implantación: fabricación de módulos en taller y posterior montaje en la obra, lo que se traduce en mayor control de los procedimientos, mejora de calidad de ejecución, incremento de la seguridad de los obreros, optimización de los plazos de construcción, disminución significativa de los residuos de obra y mayor control de los costes.
Emprender una industria de este tipo, capaz de producir componentes en cadena, requiere de una importante inversión económica a largo plazo, algo arriesgado y difícilmente asumible en un sector con tanta inercia. Por ello, estoy convencido de que la construcción offsite con madera es nuestro futuro más realista: es un material “tradicional” que combinado con procedimientos industrializados ofrece numerosas ventajas.
La generalización del uso de la madera, reactivaría esta industria, diversificándola e involucrándola en un sector de la construcción necesitado de soluciones sostenibles que le permita reducir drásticamente su impacto medioambiental. Se trata de trabajar pensando en el ciclo de vida del producto, aproximándose al concepto “cradle to cradle”
La madera es un material de proximidad “limpio”, reciclable, el único elemento constructivo producido con energía renovable, con huella de carbono negativa, su procesamiento requiere poca energía gris, es ligero y resistente, con grandes propiedades acústicas y mecánicas, sobre todo desde la aparición de la madera contralaminada (Cross Laminated Timber o CLT) logrando una gran estabilidad dimensional y amplias prestaciones estructurales, cualidades idóneas para construcciones industrializadas, permitiendo la ejecución de edificios en altura . El edifico Mjøstårnet (Noruega) es un buen ejemplo de ello: una torre de usos mixtos (viviendas, hotel y oficinas) con 18 plantas y 85,4 metros de altura, diseñada por Voll Arkitekter.
La nueva sede de Triodos Bank en los Países Bajos es otra obra destacable: diseñada por RAU Architecten, con formas orgánicas y una altura variable de hasta baja+6, es el primer edificio desmontable a gran escala (13.000 m2) construido 100% con madera, de tal manera que puede ser fácilmente reconstruido en otro lugar o reciclado, dado que cada elemento está registrado y catalogado. Ha sido premiado como ”El Proyecto más sostenible de los Países Bajos 2020”.
Las realizaciones arquitectónicas de calidad acreditan de la versatilidad constructiva de este material. En 2020, proyectar un edifico de madera de baja+7 (altura media de nuestro residencial colectivo) no reviste ninguna dificultad técnica.
Si a todas estas virtudes logramos sumar una manufactura digitalizada de los componentes de madera en taller, conseguiremos mantener el flujo de información generada en proyecto (mediante metodología BIM) hasta la elaboración precisa de cada pieza que llevaremos a la obra y que montaremos en seco.
La falta de formación e información es evidente. Por desconocimiento e inseguridad, descartamos la madera, manteniéndonos en nuestra “zona de confort profesional” aplicando soluciones tradicionales e incluso argumentado su incompatibilidad con nuestra zona climática, cuando las estupendas realizaciones del estudio de arquitectura BASS HOUSES, situado en Benalmádena, demuestran claramente lo contrario.
Soy consciente de la complejidad de la (r)evolución a acometer en un sector con tantos actores, pero si queremos ser capaces de atraer el talento y la creatividad tenemos que cambiar. Entiendo a los más jóvenes: han crecido en plena irrupción de las nuevas tecnologías, conocen su potencial, saben lo que aportan y no perciben atractivo destacable en nuestro sector, más allá del diseño. Para atraerlos y mantenerlos, deberíamos dar un paso adelante: «Cuando el ritmo de cambios dentro de la empresa es superado por el ritmo de cambios fuera, el final está cerca». – Jack Welch.
Quizás no esté muy lejos el día en el que una promotora nacional (existente o nueva) decida destacar y apostar por la construcción industrializada con madera, dejando la concurrencia desfasada, obligándola a ir a rebufo, como ya está ocurriendo en otros sectores.
¿Nos subimos a tren, o esperamos que pase el vagón de cola?
Fotos cortesía de Moelven y Voll Arkitekter
Autor: José García Ruiz
Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga
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