Allá por el mes de marzo de 1997 estaba finalizando mis estudios de arquitectura. Una meta tan deseada como temida. Eran mis últimas idas y venidas por los pasillos del edificio Modernista de principios del XIX, que la ya desaparecida Escuela de Arquitectura de la Universidad de Ginebra compartía con La Escuela de Bellas Artes. Un “vecindario” turbulento y creativo con el que intercambiábamos opiniones, sensaciones e incluso algunos profesores. Recuerdos inolvidables. Días de tensión y angustia por la defensa de mi proyecto de fin de carrera delante de un fornido jurado de arquitectos e historiadores: todos estos años de carrera universitaria resumidos en 10 láminas y tres maquetas. Meses trazando planos a tinta, limpiando rotrings, rascando papel vegetal con cuchilla hasta perforarlo y tener que volver a empezar…Todo por alcanzar el grafismo deseado para poder, por fin, sacar las copias y colorearlas delicadamente con lápiz, siempre con el temor a equivocarse. Un laborioso trabajo manual del cual conservo una muestra enmarcada en el vestíbulo de mi casa, quizás para recordarme a diario el mundo analógico del que provengo.
Hoy, un día de junio 2021, más de 24 años han pasado. La vida me ha llevado hasta Málaga. Me encuentro en el salón de mi piso, sentado frente a mi portátil con 32GB de memoria RAM y conectado inalámbricamente a internet mediante una red de alto débito. A punto de descubrir la versión de prueba de una plataforma hospedada en la nube, que permite automatizar parte del diseño de cualquier proyecto residencial. Estoy curioso por experimentar en primera persona esta nueva herramienta sacada de la “chistera” de las nuevas tecnologías, que parece no tener fin, ni límites. Pero también, por qué no reconocerlo, siento algún temor por comprobar que una máquina es capaz de desempeñar tareas más creativas propias de la mente humana.
Accedo directamente a la página web sin tener que instalar previamente ninguna aplicación. Después de registrarme y cliquear en la pestaña de proyectos, decido seleccionar uno preexistente, la interfaz gráfica se abre inmediatamente, lista para experimentar.
La pantalla está dividida en tres partes: dos cuadros de mandos laterales y la zona central reservada a la visualización del proyecto. Empiezo a navegar y manipular la cantidad abrumadora de parámetros. A la derecha puedo introducir los datos de la parcela, geometría, parámetros urbanísticos. A continuación, descubro el listado correspondiente a la definición del edificio residencial: dimensiones básicas, número y tipo de viviendas, núcleos, tipo de fachada, sistema constructivo, estructura, e incluso tamaño de carpintería. Voy cambiando valores, modificando manualmente la planta con el ratón, desplazándome por todas las plantas del proyecto, incluido sótanos, mientras el modelo 3D se va actualizando en tiempo real y el cuadro de la derecha me indica instantáneamente los resultados cuantitativos de mis decisiones, afectando superficies y presupuesto. Una vez generado el edificio que se ajusta a mis necesidades, tengo la posibilidad de exportarlo todo para seguir trabajando en CAD o con la metodología BIM.
Sorprende la precisión e inmediatez de la respuesta. Mientras se suceden en mi pantalla optimizadas configuraciones de viviendas, voy digiriendo y valorando en positivo el potencial de esta herramienta llamada ARCHITEChTURES. Una web de diseño asistido por inteligencia artificial para el sector residencial. Fue creada por Smartscapes Studio, una empresa tecnológica malagueña especializada en Deep Tech.
Una disruptiva y ambiciosa idea impulsada por sus dos fundadores: Juan Bordallo (arquitecto y diseñador computacional) y Jesús Fernández (ingeniero de telecomunicaciones especialista en Cloud Computing), que confirman el creciente protagonismo de la capital de la Costa del Sol en el competitivo universo de las nuevas tecnologías. Una corriente que debemos mantener alimentada animando a nuestros jóvenes con un sistema educativo adaptado.
Sin duda somos testigos del nacimiento de una nueva industria, la Arquitectura Digital, que permitirá que el sector residencial sea, por fin, mucho más eficiente en todos los aspectos.
El diseño de cualquier edificio requiere de un estudio previo minucioso, algo quizás aún más laborioso en el caso de un residencial plurifamiliar. Empezamos valorando distintas opciones para acabar eligiendo la que ofrece el mejor balance según unos criterios preestablecidos. Un trabajoso proceso de prueba y error con un altísimo consumo de recursos y tiempo, un escaso ingrediente que conviene utilizar con parsimonia en un sector residencial muy condicionando por el mercado y su entorno económico. Esta tarea analítica fundamental pero aún “artesanal”, debe servir para confirmar la viabilidad comercial del proyecto a ojos de la promotora, pero también su calidad constructiva, tarea responsabilidad del arquitecto.
Poder acelerar significativamente este proceso, optimizando a su vez la base de partida de cualquier proyecto, reduciendo sus costes y plazos de entrega, abrirá también posibilidades de focalizarse más en asuntos que, por falta de tiempo, muy a menudo tenemos que reducir a su mínima expresión, como son por ejemplo los detalles constructivos. Sin duda la planificación del diseño arquitectónico deberá adaptarse.
Después de cerca de dos horas “jugando”, ha llegado el momento de apagar mi portátil, no sin antes recordar a aquel universitario veinteañero, con una mochila cargada de lápices, rotrings, bocetos… absorbido por sus estudios e incapaz de imaginárselos cambios que iba a experimentar su futura profesión. Hoy sigue preguntándose qué novedades le reservan los años futuros. La web de ARCHITEChTURES avisa: próximamente tendrá disponible un análisis energético en tiempo real de nuestro diseño. 24 años después, sigo descubriendo y aprendiendo.
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Autor: José García Ruiz
Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga
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