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Allí no hay playa…¡pero hay PGOU actualizado!

jose García Ruiz arquitecto

A estas alturas no creo que nadie ponga en duda que estamos viviendo una época de cambios. Incluso algunos, entre los cuales me incluyo, aseguran que nos encontramos frente a un cambio de época. Un nuevo ciclo que se inició bruscamente, por lo menos para mí, con la crisis financiera del 2008. Con entonces 10 años de profesión a mis jóvenes y despreocupadas espaldas, parte de mis inocentes certidumbres se cuartearon, dejando a la vista una cristalina fragilidad, empujándome irresistiblemente hacia una nueva realidad envuelta de dudas y desconfianza.

Las crisis son periodos que irrumpen en nuestra rutina diaria sin avisar. Un invitado inoportuno que suele “dar la nota” y hacernos replantear gran parte de lo que considerábamos inconscientemente como inalterable. La pandemia ha trastocado nuestra querida realidad, dejando en evidencia lo que anteriormente tolerábamos, estimábamos como normal o un derecho adquirido.

Un insolente protagonismo de año y medio, que eclipsó otro ilustre e incómodo invitado: la emergencia climática que no cejó, todo lo contrario. Casi diariamente y en directo, nos llegan las múltiples consecuencias de un cambio originado por nuestras emisiones. Un progresivo y constante deterioro medio ambiental monitorizado por la ciencia con un diagnóstico cada vez más desfavorable. El paciente, que hemos descuidado durante décadas, requiere de un tratamiento cada vez más intenso y largo en el tiempo. Le costará recuperarse…en el mejor de los casos. Nuestro futuro está ligado a su estado de salud.

Las turbulencias generadas por las crisis suelen desequilibrar lo establecido, acelerando la toma de decisiones que llevamos postergando desde demasiado tiempo. Solemos avanzar a través de impulsos que surgen en situaciones como estas. Plantear un cambio, sea cual sea, requiere una gran dosis de coraje salpimentada de valentía. El proceso de adaptación en un mundo cambiante, no deja de ser complejo, pero también necesario si queremos ver el futuro con cierto optimismo. Evidentemente, nuestro entorno urbano, con todo lo que conlleva, tiene un papel protagonista que desempeñar.

En este sentido, hay que saludar la iniciativa de unas cuantas ciudades que han dado un paso adelante, modificando sus normas urbanísticas para acercarlas a las nuevas prioridades.

El Ayuntamiento de Madrid está a punto de presentar a información pública el avance de la modificación de las normas urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Las propuestas están centradas en la sostenibilidad y en los ámbitos residencial, dotacional y logístico, entre otros. Un urbanismo más amable, en el que la rehabilitación de viviendas y la regulación de nuevas fórmulas de habitarla ciudad son sus principales vectores. Cabe destacar el apartado centrado en impulsar edificios y viviendas más sostenibles, el uso de energías renovables y la mejora de la eficiencia energética mediante la exclusión del cómputo de edificabilidad de ciertos elementos como los cerramientos de fachada de más de 25 cm, los cuartos de instalaciones de energías renovables, las galerías acristaladas bioclimáticas y locales para guardar bicicletas, patinetes u otros vehículos de movilidad activa. El texto recoge además la incorporación del factor verde, un parámetro cuantificable de obligado cumplimiento en obra nueva, ampliaciones y rehabilitaciones, que incluye criterios de integración de la naturaleza en la ciudad (renaturalización urbana) favoreciendo la incorporación en la edificación de elementos que mejoren su comportamiento bioclimático y el confort térmico, utilizando tanto la envolvente del edificio como los espacios libres de parcela.

El Ayuntamiento de Burgos quiere aprovechar la próxima modificación de su PGOU, para incluir una normativa que fomente la mejora de los índices de sostenibilidad y la eficiencia energética en edificios de nueva construcción, así como en reformas o rehabilitación de inmuebles. Para ello el consistorio propone incluir un nuevo capítulo que impulse, mediante incentivos, el interés de los promotor es por las construcciones eficientes, más allá del mínimo normativo regulado por el Código Técnico de la Edificación (CTE). El texto establece tres grados de sostenibilidad, cada uno bonificado según la eficiencia alcanzada con un aumento del vuelo permitido, incremento de edificabilidad en terrazas o exclusión de la envolvente en el cómputo.

El pleno del Ayuntamiento de Vitoria aprobó este año un plan para impulsar la construcción de terrazas en viviendas en la ciudad. La iniciativa, que requerirá la modificación del PGOU (actualmente en tramitación), busca dar una cobertura urbanística que posibilite la ejecución de terrazas o balcones en viviendas existentes que no cuenten con ello o que resulten insuficientes (cumpliendo ciertos requisitos), y que además sea de obligado cumplimiento en las futuras viviendas. Con ello el consistorio pretende dar respuesta a la carencia de espacios exteriores en muchas viviendas del municipio, que puso de manifiesto la pandemia del Covid-19.

Por su parte, el gobierno vasco (aquí sí que hay playa) ha elaborado un decreto de habitabilidad que regula las condiciones de la vivienda de obra nueva. El texto, que afronta la recta final de su aprobación, facilitará la construcción de terrazas y balcones más amplios en los edificios que ahora carecen de ellos. La normativa introduce el concepto de espacio exterior como uno de los elementos mínimos que debe poseer la vivienda, esta superficie deberá tener al menos 4 metros cuadrados y 1,5 m de fondo. Pablo García Astrain, director de Vivienda del Ejecutivo, explica que “igual que no concebimos una casa sin aseo, no debemos contemplar una vivienda sin terraza”.

Solemos intuitivamente rehuir del cambio, probablemente por el temor a perder lo adquirido. Emprender un cambio no garantiza per se el éxito, pero el no hacerlo nos condenaría al fracaso, un “lujo” que no nos podemos permitir, mientras los motivos para dar el paso se amontonan en la puerta de nuestra consciencia.

Hoy, podemos decir sin temor a ser tachado de partidista que Málaga “está en el mapa” y es el foco de muchas miradas, dentro y fuera del país. Somos candidatos a organizar la Expo Internacional de 2027 en torno a la temática de la ciudad sostenible. Un marco inmejorable para plasmar normativamente y evidenciar la apuesta de Málaga por unas viviendas de calidad con un impacto medioambiental mínimo, en las que todos podamos vivir disfrutando de ellas sin restricción.

Durante estas dos últimas décadas, Málaga no ha dudado en iniciar su transformación. Un cambio que le ha permitido crecer con cierta calidad y destacable habilidad, aunque quede mucho por hacer.

Veremos si nuestra ciudad da otro paso más hacia delante para dar alguna respuesta a esta época repleta de retos. Viendo la energía que desprendió nuestro alcalde durante la Gala de entrega de los Premios Málaga de Arquitectura, celebrado el 18 de septiembre, estoy confiado.

 

José García Ruiz - obranuevaenmalagaAutor: José García Ruiz

Arquitecto coordinador de ejecución en el Estudio Ángel Asenjo y Asociados de Málaga

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